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Foto del escritorBenigno Morilla

Babel Intemporal

Actualizado: 14 abr 2022


Vivimos desde dos realidades, una, la que vemos objetivamente sin revestirla de una carga intelectual o emocional, la otra con tanta carga que no llegamos a ver la imagen original.


Si en una ocasión, siendo pequeño, asociamos por ejemplo los cuchillos a los objetos peligrosos, aunque sean susceptibles de quitar una espina clavada en un dedo, aunque haya sangrado un poquito alguien por un corte provocado por un descuido, siempre llevará asociada la imagen del cuchillo como un objeto peligroso. Hay imágenes más intensas que otras en los recuerdos.


Dos que no nos abandonan nunca. La asociación cuchillo=sangre se genera en la mente, permanece en la memoria definiendo al objeto según haya sido su experiencia con él. Provoca una reacción la IMAGEN asociada a la sangre. Lo mismo sucede con todo lo que vimos y vemos por primera vez. Vemos algo que está en la mente. En ella tenemos grabada, la impresión y el sentimiento que generó. Así, construimos en nuestra mente “nuestro mundo”, un mundo secundario formado por “representaciones internas” que influyen, a veces, sobre la realidad objetiva.


Comprendido este hecho aceptamos que percibimos desde mundos desiguales cuanto vemos.

La comunicación es el arte de aceptar e incluso comprender las percepciones ajenas y que nuestros interlocutores hagan otro tanto con nosotros. Las iglesias adoctrinan haciéndonos creer que la mayoría de sus miembros tienen la razón y por tanto perciben un mundo idéntico que genera las mismas huellas mentales para todos. A nivel superficial puede ser así, más no así visto desde otra capa de la mente de la mente libre de estas asociaciones.


El fanatismo es una adhesión absoluta a una forma de interpretar la realidad. Pero NADA es compartido plenamente. Si acaso, podemos, durante un breve tiempo, sentir un éxtasis común que pronto se desvanecerá.


Entonces, ¿cómo entendernos si nos comportamos como rebaños de diferentes pelajes?

Podemos, admitiendo las diferencias entre cada persona y respetándolas aunque no las compartamos.


Todos conocemos la Historia de la Torre de Babel. Cada habitante hablaba una lengua diferente, Hay quienes imaginan BABEL como una descomunal academia de idiomas. No hace falta ir a BABEL para no comprender a otro.


Hay acuerdos en todos los ámbitos que, sin embargo, ocultan disensiones profundas que enmascaran una falsa igualdad. En efecto, estoy hablando de cómo se fragua el mito de la Torre de Babel... y la soledad de fondo que genera toda diferencia perceptiva más allá de un momento puntual.


Salvo que, como aseguró Catulo en un exitoso poema: “El amor es el mismo para todos”.


No obstante podemos seguir reglas para acercarnos más y facilitar una comunicación amable. Para ello es preciso saber que existen fórmulas y técnicas que facilitan la comprensión entre personas que disfrutan con el entendimiento propio y ajeno.


Salir de una burbuja que nos aprisiona es alcanzar un grado de libertad impensable que nos abre a una comprensión nueva de las personas y el mundo que nos rodea.


Benigno Morilla

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